La incomodidad inicial del formato digital está mejorando y uno de cada cinco libros que se vende es digital. Pese a todo, para algunos investigadores, como Maryanne Wolf, de la Universidad de Tufts (EEUU), el papel tiene ventajas. A su juicio, un texto es un paisaje escrito que se asemeja a un mapa topográfico que guía la lectura. El soporte digital restaría referencias: no vemos la extensión, esquinas o márgenes, ni tiene casi ilustraciones, que ayudan a recordar. La información que se lee en digital, de acuerdo con el estudio, desaparece más rápidamente de la memoria. Las pantallas parecen ser mejores para hacer lecturas superficiales o rápidas.
Esta falta de retención se debe, en buena medida, a la desconexión multisensorial con los lectores de ebooks en comparación con los libros de papel. Los libros impresos tienen características físicas como su peso, texturas y olores, lo que muchos llaman “la sensualidad del papel”. Pueden ver dónde empieza y termina, hojear rápidamente a través de las páginas con los dedos. El cerebro tiene una tarea fácil cuando se puede tocar y ver.
Por otro lado algunas aplicaciones como iBooks tienen la capacidad de simular el pase de las páginas en un libro, pero el tacto del lector sólo registra el toque en un cristal plano.
Otros estudios no ven tan claras esas ventajas. Sobre todo cuando la edad de los lectores disminuye. Un trabajo de 2012 del Brithis Journal of Educational Tecnology no halló diferencias en tres universitarios que leían un texto de 600 palabras en formato digital o impreso. La comprensión y detección de errores fue igual en ambos casos, aunque la tarea se acortó en la pantalla.
Pero todavía hay un 62% las personas que prefieren la lectura del libro en papel en lugar de la lectura del libro electrónico. De hecho, la lectura física es la favorita por los lectores, tanto en su utilización como en su valoración. Por otro lado, las personas que están más acostumbradas al libro electrónico defienden que el hipertexto (enlaces) permite ahorrarse visitas al diccionario o a otros libros de consulta y permiten incluir materiales adicionales, como vídeos o sonidos.
No está claro si el cambio es para bien o para mal. En medio del debate sobre si es mejor leer en un soporte u otro, sólo el tiempo nos dará la respuesta.